El pasado 22 de noviembre se celebró en nuestro país el día de las educadoras y educadores de párvulos, instancia a partir de la cual, sin duda, es meritorio generar un gran reconocimiento a dichos profesionales de la educación, quienes juegan un papel clave en la educación inicial que reciben tanto niñas y niños. No obstante, esta importante fecha constituye también la oportunidad perfecta para visibilizar la niñez y su protagonismo en la sociedad. ¿Por qué es necesario visibilizar algo que es inherente a toda persona? ¿Son realmente los niños y las niñas protagonistas de sus aprendizajes? A mi parecer, aún existe en el país y sociedad la imperiosa necesidad de transformar las concepciones en torno a la niñez, comprendiendo que no existe un modelo uniforme y homogéneo de ser niña o niño.
No podemos desconocer los enormes avances y esfuerzos en torno al desarrollo integral, el bienestar de la primera infancia y, por cierto, la Educación Parvularia en Chile. Es por ello, que vale la pena reflexionar en la necesaria comprensión y valoración que tenemos respecto de la niñez. Pues no se trata solo de declarar la importancia de los niños y las niñas para el futuro, sino que supone un cambio paradigmático que reconoce que niños y niñas, desde su nacimiento, perciben y experimentan el mundo que les rodea. ¿Cómo entonces los adultos visibilizamos sus voces, sus experiencias vitales, sus anhelos y perspectivas con una mirada plural e inclusiva?
Reconocer que la visión adulto céntrica que predomina en nuestra sociedad es uno de los principales obstáculos a la hora de transitar hacia una nueva mirada respecto a la niñez, es un primer paso para progresar. Avanzar en reconocer, relevar como un principio fundamental que niños y niñas son ciudadanos activos, sujetos de derecho, con distintas posibilidades de ser y existir. ¿Cómo? Escuchándolos, legitimando sus opiniones, sus deseos, sus sentimientos y, a modo de reivindicación, promoviéndolos socialmente.
Trabajemos entonces por brindar una educación inclusiva, equitativa y de calidad, para que niños y niñas ejerzan su ciudadanía, procurando que puedan dar su opinión e intervenir en las decisiones y acciones que les impactan. Avanzar como sociedad en esta comprensión de la niñez, favorecerá aún más el desarrollo profesional de educadoras y educadores de párvulos que, día a día, lideran procesos pedagógicos con sentido y convicción, pero que requieren del apoyo de todos quienes forman parte de sus comunidades educativas; una alianza con las familias, padres, apoderados y redes, que propendan al logro de aprendizajes oportunos y pertinentes, así como el desarrollo pleno y bienestar integral de los niños y las niñas.