En el año 667 aC se había fundado junto al estrecho del Bósforo una colonia de los griegos de Mégara que denominaron Bizantzíon (Bizancio). La ciudad estaba emplazada en el punto geopolíticamente más caliente del planeta desde que la historia se hizo literatura y los cotilleos leyenda, desde que los dioses engendraron héroes y los héroes reinos. Todos los grandes dominios han surgido junto al control de un paso comercial y Bizancio no habría de ser la excepción, y mientras las aguas del Mar Negro llevaran vida, navíos y riquezas hasta el Mediterráneo y las potencias de occidente enviaran sus barcos en sentido contrario buscando los mercados de orientales, su destino la convertiría en la capital del mundo.
En este paso las costas de Asia y Europa se acercan como los rostros de dos amantes a punto de besarse y el fluir del Bósforo es como ese magnetismo que los atrae hacia la fusión en un solo romance.
Desde su posición estratégica Bizancio tomó la posta histórica que había dejado vacante seis siglos atrás la célebre Wilusa (que nosotros conocemos como Ilión, o Troya), que oficiaba el mismo control más al sur, junto al estrecho de los Dardanelos.
En el año 330 de nuestra era, sobre las bases de la antigua Bizancio el Emperador Constantino construyó la nueva capital del Imperio Romano y como debía heredar todas las tradiciones y potestades imperiales desde los orígenes más remotos, la denominó Roma-Nea, Nueva Roma. Los habitantes sin embargo comenzaron a llamarla Ho-Constantino-Polis “la ciudad de Constantino”. El Emperador que no era el hombre más humilde que hubiera pisado la tierra nunca se opuso a ello y así la ciudad fue conocida por su nombre secular, Constantinópólis, Constantinopla. Heredaba de Bizancio todo el poder y la riqueza y se erigía entonces con la mayor dignidad de todas las ciudades, la dignidad Imperial. Constantinopla era la capital del mundo, la joya desde la que se conducían los destinos de todo el occidente y se presionaba contra las fuerzas de oriente que confluían sobre la misma zona en sentido contrario.
Los sucesores de Constantino se darían a la tarea de apoyar el poder imperial en la recién adquirida religión oficial, el Cristianismo, instalando al centro de la ciudad la más impresionante basílica que sería el punto culminante de la arquitectura por los próximos mil años. La oficialmente denominada Naos tis Ayías tu Theú Sofías, “Iglesia de la Santa Sabiduría de Dios” conocida universalmente como “Santa Sofía”, como si hubiera sido erigida en honor de Sofía mártir, lo que es un error pues la dedicación es a la sabiduría divina, Sofía en griego quiere decir sabiduría, I Theú Sofías es “la sabiduría de Dios”. El nombre turco actual es “Ayiasófia”, que no deja por eso de ser un nombre griego (Ayía en griego significa Santa).
La basílica inaugurada en su versión actual el año 537 por Justiniano, marcaba el centro de Constantinopla y Constantinopla el centro del mundo, y junto al centro de Santa Sofía estaba el trono del Emperador. El poder Divino y el poder Imperial indisolublemente unidos irradiando la majestad y la luz desde Santa Sofía a Constantinopla y desde Constantinopla al mudo. Ese fue el legado de Constantino, un político de fuste que se convirtió al Cristianismo no por convicción sino por puro pragmatismo. Los emperadores anteriores aspiraban a ser deificados a su muerte por el Senado. Serían un dios brillando en algún lugar del firmamento como una pequeña estrella, una entre miles de millones de estrellas; uno entre cientos de miles de dioses. Pero Constantino comprendió que para mantener el poder imperial, más importante que ser considerado un diosecillo más, era ser considerado un mandatario de Dios en la tierra, pero no de cualquier dios, sino del único Dios verdadero.
Vamos a hacer un recorrido por la ciudad que nuca ha dejado de ser el centro más estratégico del orbe, la ciudad más inquietante que existe y que haya existido. Si miráis el mapa veréis por ejemplo que, entre otras cosas, la guerra de Ucrania tiene como uno de sus principales componentes la necesidad de Rusia de sostener puertos en el Mar Negro, única zona que permite el tránsito mercantil e incluso militar hacia el Mediterráneo. Los puertos del Báltico y del mar de Ojotsk suelen congelarse muchos meses del año quedando inutilizados y los otros están sobre el mar de Japón como Vladivostok requiriendo larguísimas travesías de circunnavegación para alcanzar cualquier puerto europeo.
De que podremos hacer nuestros tránsitos por Estambul (İstanbul) en moto, podremos. Pero tened en cuenta que se trata de una ciudad de 16 millones de habitantes y que tiene una extensión de 155 mil hectáreas. Los recorridos pueden ser bastante complejos y muy congestionados.
El único rental, muy bueno, que yo conozco es Turuncu. La letra C debéis pronunciarla com la G italiana, es decir eso se lee “Túrunllú” y significa naranja, por toronja. Así que veréis el nombre en inglés como Orange Motorcycle Rental. Está en Şişli (suena Shishli), en la zona más europea de la ciudad, más al norte de Pera, con buenos hoteles elegantes y sectores muy residenciales. Es sin embargo muy alejado de los centros de interés y seguro estaréis alojados en barrios mucho más entretenidos como Pera o muchísimo más como aún como lo es Sultanahmed. Desde La Universidad de Estambul hay una estación del Metro para la línea M2 que os puede llevar muy cerca, bajándose en la estación de Gayrettepe. Tienen precios razonables y todo tipo de motos y scooters en excelente condición.
No pretendo que obtengáis una licenciatura en idioma turco, que además en Estambul vais a poder entenderos perfectamente en inglés. Pero creo que deberías conocer tres letras y tres palabras. La primera letra es la C que ya os he dicho que se ha de pronunciar como la G italiana (así como la doble ll de lluvia). La segunda letra es la İ i (con punto en la mayúscula y la minúscula que suena i lo mismo que nuestra i) y que deberéis distinguir de la I ı sin punto en la mayúscula y la minúscula que suena como una E muy breve y muy cerrada (mejor con los dientes apretados) De ahí que en turco veréis que el nombre de la ciudad se escribe con la i mayúscula con punto: İstanbul (pronunciada Istán-bl). Y la tercera es la famosa Ğ ğ que la mejor receta es no pronunciar nada, como si no existiera. En realidad esta letra que nunca veréis al inicio de una palabra, produce un alargamiento de la vocal que precede. Donde más la habréis visto es en el apellido del presidente Erdoğan que no se pronuncia Erdo-gán, sino Érdoh-an.
Y las tres palabras son las siguientes: La abreviatura Sok que veréis en muchos carteles corresponde a la palabra Sókak y significa calle. Las calles más angostas, normalmente sin veredas. Son esas donde vamos sorteando a los peatones por el camino y tratando de pasar junto a otro vehículo que viene en sentido contrario y por donde sólo cabe uno de acuerdo a las normas de la física, pero aquí por alguna razón inenarrable alcanzan a pasar ambos. La abreviatura Cad en cambio corresponde a la palabra Cadde (lladdé) que son las calles anchas con veredas para peatones y calzadas para la circulación vehicular. Normalmente se usará Caddesı (pronunciado llades-c, por la ı sin punto, la e cerrada y breve que es una característica del genitivo lo que viene a significar “calle de”). Las grandes vías con árboles y tránsito en ambos sentidos se denominan Búlvar que no es otra cosa que la palabra francesa boulevard, así que no vale como palabra tres. Finalmente y muy importante, cami (suena LLáami), es mezquita. Habiendo más de 3 mil mezquitas en Estambul es un nombre que se os debiera grabar a fuego.
Santa Sofía es el corazón latiente de Estambul. Fue concebida como su centro religioso y político. Debéis tomaros un par de horas para la visita si de verdad deseáis contemplarla en sus esplendorosos detalles. Es visible desde gran parte de la ciudad y constituye el mayor atractivo turístico.
Deberéis considerar para la visita que en 2020 fue restituida a la condición de mezquita por lo que las visitas ahora tienen restricciones horarias. Como todas las mezquitas no puede ser visitada durante el tiempo de la oración, que ocurre 5 veces al día y en horarios que van cambiando. Como de seguro no iréis a visitar una mezquita de amanecida ni por la noche, preocupaos de los horarios para la oración del medio día, la tarde y la puesta de sol. Os dejo aquí un sitio que yo utilizo para entender la organización del día en Estambul: https://horarios-salat.org/estambul
Otro punto a considerar es que deberéis ingresar descalzos y las mujeres deben hacerlo con los cabellos y hombros cubiertos y no pueden ir de pantalones o faldas cortas, deben cubrirse las muñecas y los tobillos, así que llevad un foulard grande y una túnica liviana si no queréis poneros las sayas que os ofrecerán a la entrada.
Santa Sofía es una poesía histórica. Ha trascendido los siglos y los gobiernos temporales y sigue imponente y grandiosa, símbolo de la magnificencia divina, del legado imperial, de la centralidad planetaria. Los otomanos cambiaron el nombre a la ciudad, pero no lo hicieron con Santa Sofía. Mantiene su estatus de monumento único, imperecedero y se yergue como broche sagrado entre oriente y occidente.
Saliendo de la Basílica hacia la derecha está la calle de Alemdar y en la esquina frente a la plaza se encuentra la calle de Yerebatán. Caminando por esta calle, a 45 metros daréis con la entrada de la Cisterna Basílica, Yerebatan Sarnıcı, en turco, pronunciado Yérebatán Sárnelle.
Es una obra impresionante reestructurada por Justiniano. Se encuentra a unos 10 metros bajo tierra, una verdadera basílica donde 12 filas de 28 columnas soportan el techo enlosado en un área de 9.800 metros cuadrados que podría llenarse con unos 80.000 metros cúbicos de agua con lo cual se abastecía la ciudad en tiempos bizantinos. Suele estar parcialmente inundada, que para eso era, por lo que se recorre sobre puentes de madera y se utiliza como lugar de conciertos por su inusual acústica. Las columnas son originarias de numerosos templos paganos anatolios por lo que tienen todas diferente factura y capiteles. Hay particularmente dos columnas en la esquina noroccidental cuyas bases están constituidas por sendas cabezas de medusa que inspiran un sentimiento de piedad por el solitario y penoso castigo al que han sido sometidas. Estarán normalmente bajo la superficie del agua pero la iluminación ayudará a divisarlas con claridad. Según se ha podido comprobar al menos estas medusas no os convertirán en piedra, al menos mientras estén sumergidas, por lo que podréis admirarlas directamente y sin temor, bueno al menos en mi caso he sobrevivido varias veces al espectáculo.
Si tenéis ocasión de asistir a algún concierto no os perdáis esa maravillosa experiencia. La cisterna se hizo famosa por haber sido locación del desenlace de la película Inferno basada en la novela homónima de Dan Brown, tan mala como la película.
Nuestro próximo destino será la bellísima iglesia de San Salvador de Chora. Debe pronunciarse Jóra. La CH es la típica transliteración para angloparlantes que no tienen letra J. El nombre proviene del apelativo μονή χώρας, moní jóras, monasterio del campo, ya que antes de la elevación de la célebre doble muralla Teodosiana el emplazamiento quedaba fuera de los muros de Constantinopla. La iglesia con orígenes en a época de Constantino, fue reconstruida por Justiniano en el siglo VI y constituye una pequeña joya con los más bellos frescos y mosaicos de época bizantina.
Está emplazada en el barrio de Edirnekapı (pronunciado Edírneka-P) y llegar no es fácil. Si deseáis ir en bus no os quedará otra que tomar desde Sultanahmed el 121 para cruzar el puente de Gálata hasta Karaköy y allí tomar el 90 que cruzará el puente en sentido contrario para dejaros en Draman o el 28 para descender en Şehit Yunus Emre Ezer. La distancia a caminar después en ambos paraderos es similar, unos 10 a 15 minutos a paso tranquilo. Si vais a partir desde Pera, directamente podréis tomar el 28 ó el 90 en Karaköy. Para los que vayáis en vuestras motos, y vale si vais en automóvil, os recomiendo utilizar un localizador como googlemaps que os guíe porque la travesía es algo compleja. Pero aunque se os proponga una ruta más eficiente, elegid la que os lleve por las riberas del del Cuerno de Oro, que eso será la calle de Kennedy y sus continuaciones.
De seguro pasaréis frente a los tres primeros puentes hasta la salida a la izquierda que hay en el sector de la Iglesia de Juan Bautista para tomar hacia la calle de Mürselpaşa por la que ascenderéis hacia la cumbre de la sexta colina de Constantinopla, que igual que la Roma clásica, esta Nueva Roma tiene siete colinas.
En el siglo VIII bajo el reinado del emperador León III, Isáurico, se produjo el movimiento iconoclasta. Se trataba de una corriente fundamentalista que fundada en las tradiciones judaizantes de prohibir la representación de imágenes se había acogido en la iglesia primitiva para oponerse al culto a los dioses paganos, los “ídolos de piedra”.
El problema del siglo VIII fue que el “monito mayor” era el propio León III. El Emperador León III era buen estratega y había logrado estabilizar al Imperio y deteniendo el avance de los árabes en la batalla de Akroinon (740).
Tras ello y como deseaba la conversión de los judíos del imperio, obligándolos a bautizarse, buscó una forma de superar las reticencias que el culto a las imágenes causaba en los judíos promoviendo un movimiento que dio por llamarse iconoclasia porque promovía la destrucción de las imágenes (εικών [ikón], imagen y κλάω [kláo], romper). Prohibió la representación de Cristo, la Virgen y los santos y dispuso la destrucción de las imágenes existentes política de la cual emanan los enormes daños de los frescos y mosaicos de la época.
La Iglesia de San Salvador de Jóra no estuvo exenta de daños iconoclastas, aunque gran número de sus extraordinarias obras de arte fueron salvadas gracias a que los custodios del templo las ocultaron recubriéndolas con una gruesa capa de yeso. Hoy en un avanzado proceso de restauración esta iglesia vale la pena la visita porque no hay museo en el mundo que contenga tal calidad y cantidad de imágenes bellamente logradas. Se ha recuperado la luz del colorido bizantino y la atmósfera brilla con esa aura mística que pretendían lograr todos los templos. Es un espacio de contemplación de las figuras hieráticas del arte oriental que rescata las esencias de las imágenes, depuradas de su aspecto más carnal, arrebatadas del tiempo, elevadas a la categoría de conceptos, más allá del trajín cotidiano, invitan al recogimiento y la reflexión y te aportan la serenidad, la paz, el amor interior, la reconciliación y la trascendencia.
A la salida volveremos a dirigirnos hacia el norte remontando el Cuerno de Oro hasta la Colina de Pierre Loti para tomar un refrigerio en el Tarihi Kahve (se pronuncia Tári-hí kah-vé y significa café histórico. A recordar que en turco los adjetivos van delante de los sustantivos).
La razón de venir aquí es porque tiene una magnífica vista sobre el Cuerno de Oro, una metáfora antigua de la riqueza que corría por la ciudad controladora del paso del Mar Negro a través del Bósforo.
Mirando aguas arriba hacia el norte veréis el moderno Delphinarium sito un kilómetros y medio aguas arriba desde nuestro punto de observación en un sector que en tiempos bizantinos se denominaba Valle de las Aguas Dulces. Justo en ese punto confluyen dos pequeños ríos, el Barbisos al este (hoy Kağithane) y el Cydaris al oeste (hoy Alibay) formando el extendido estuario de aguas tranquilas que desemboca en el Bósforo donde hoy está el puente de Gálata. En la boca de la bahía existía una pesada cadena de hierro que impedía el paso de cualquier barco al interior del puerto sin el permiso imperial.
El puerto era defendido desde las murallas que lo flanqueaban y la colina del acrópolis en el cabo que gira desde el Cuerno de Oro hacia el sur cayendo a pique sobre el Bósforo y el mar de Mármara. En la retaguardia de la ciudad se alzaba la doble muralla de Teodosio II.
Luego de nuestro café, caminaremos hacia el sur por la terraza hasta el mirador donde podréis ver aguas abajo el gran puente Haliç Körpüsü (Körpüs es puente, Körpüsü puente de o del; Haliç quiere decir estuario así que Haliç Körpüsü quiere decir puente del estuario o más bien puente del Cuerno de Oro).
Mirad la gran carretera de circunvalación que se extiende hacia el oeste desde la losa se acceso del puente sobre la ribera occidenteal del Cuerno de Oro. Ese trazado corre casi exactamente por el trazado de la gran muralla doble Teodosiana. Esa extensión desde la circunvalación hasta el cabo donde se encuentra hoy Topkapi era la grandiosa Constantinopolis, la Ciudad de Constantino, la más poderosa y más rica del mundo, la que había gobernado los destinos de la humanidad desde el centro del orbe por más de mil años.
Pero poned atención a vuestras espaldas. Escuchad. Hoy como ayer se escuchan gritos de guerra. Hay un enorme ejército que avanza por la llanura de Galacia. Es el año de 1453, es primavera, y la Ciudad de Constantino está a punto de trabar su último combate.
Mientras el sol se hunde hacia occidente nosotros debemos apresurarnos para volver sobre nuestros pasos hasta el corazón de la urbe. Una era está concluyendo y otra que la sustituirá espera el inicio de su historia. La vieja Bizancio se apresta una vez más a transmitir el poder imperial entre una y otra cultura, el dominio del estrecho de uno a otro continente. El mundo está por revolverse frente a nuestra mirada; las armas de asedio avanzan y la flota enemiga camina sobre suelo seco en la aventura más aterradora que hasta entonces se hubiera podido imaginar. Mirad el valle de Galacia encendido de uniformes de enemigos, el asedio es inminente, la guerra ha comenzado.
Hoy descansaremos, pero cuando volvamos a reunirnos habremos de dar una batalla. Defenderemos la caída de Constantinopla, o al menos seremos sus testigos.
Todas las fotografías presentadas en este texto son de autoría de Lord Horus salvo se indique lo contrario