Segunda parte de la crónica sobre Estambul. Abajo encontrarán el enlace a primera parte.
La dinastía Osmanlí (llamada en occidente Otomana) proviene de la tribu Kayı de las familias Oğuz. La tribu comenzó a migrar desde la zona del Turkestán, al este del Mar Caspio, asentándose primero en los territorios de los Turcos Selyúcidas en Anatolia. Hay una muy buena serie turca, Diriliş (Resurrección) que narra las vicisitudes del héroe ancestral Ertuğrul (eso se pronuncia ÁRtuuru), padre del Bey Osman I, que dio nombre a la dinastía fundada en 1299 y que estaría destinada a recibir la dignidad imperial tras la conquista de Constantinopla en 1453.
En su historia expansionista los osmanlíes comenzaron a tomar territorios hacia occidente sobre los dominios del debilitado Imperio de Oriente que se replegaba tras los formidables muros de Constantinopla. En 1361 Murat I, nieto de Osman I, conquistó la célebre plaza de Adrianópolis, estratégicamente ubicada en el corazón de Tracia, a 18 kilómetros al sur oriente de lo que hoy es la triple frontera entre Grecia, Bulgaria y Turquía. Tras la conquista Murat estableció aquí su capital a la que renombró Edirne y se declaró a sí mismo “Sultán”. Fue el primero de la dinastía en llevar ese título que habrían de heredar todos sus descendientes hasta 1923 con la proclamación de la naciente República de Turquía y abolición del sultanato.
Por más de 100 años los otomanos habían tratado de asediar el corazón del Imperio, pero las defensas de Constantinopla con su triple muralla y foso protegido por 192 torres habían probado en todo ese tiempo ser inexpugnables y para mediados del siglo XV los sultanes habíanse resignado sólo a mantener una tensa relación diplomática con el Imperio.
Pero los sueños están hechos de ilusiones, y las ilusiones son la materia que construye las esperanzas. El joven príncipe Mehmet, hijo del sultán Murat II, desde que era niño tenía una ilusión, el sueño de conquistar a la reina de las ciudades. En 1444 Murat sorpresivamente abdicó en favor de su hijo que aún no cumplía los 13 años. El primero e impulsivo acto del niño Sultán consistió en el intento de ataque a Constantinopla, empresa de la que fue disuadido por su preceptor y que significó el retorno de Murat que forzó la abdicación de Mehmet en su favor. Mehmet debió entonces esperar a la muerte de su padre, en febrero de 1451, para reasumir el sultanato y reemprender su añorado proyecto. Apenas un año después comenzó a preparar la campaña militar con la construcción de una flota turca en Galípoli en la plataforma occidental de los Dardanelos. La flota estaría encargada de cortar el paso del Mediterráneo a Constantinopla. Paralelamente Mehmet necesitaba bloquear el acceso marítimo desde el Mar Negro a través del Bósforo. Hora es pues de inspeccionar los preparativos de la guerra.
Daremos un paseo por el barrio portuario de Eminönü para recorrer el Bazar de las Especias (Mısır Çarşısı que se pronuncia Meser Chárshe-C lo que significa Bazar Egipcio). Es un amplio y luminoso edificio en forma de L construido en el año 1664 por orden y durante la regencia de la Sultana Turhan. Ella fue favorita del sultán Ibrahim, el hijo menor de Kösem, y madre de Mehmet IV. Fue además la última de las mujeres que bajo la figura de la regencia produjo ese período de la historia otomana de los siglos XVI y XVII que dio en llamarse “sultanato de las mujeres”. La tumba de Turhan Sultan está junto a la entrada del mercado, a la derecha, y al fondo de la calle se encuentra la mezquita Nueva (Yeni Cami, pronunciado yiéni llámi).
Ingresaremos al bazar por el número 41 de la calle Yeni Cami. El recorrido a lo largo de sus pasillos abovedados nos abrirá a un camino mágico entre sus 88 tiendas que compiten por brindarnos un espectáculo de colores, aromas y sabores. Especias de todos los tonos de rojo, ámbar, amarillo, fucsia y melocotón, aromas de anís, cardamomo, canela y clavo; frutas, dulces y pasteles; bordados, telares y baratijas; joyería, hierbas, antigüedades y confites; quesos y lámparas; aceite de oliva, pan pita, bufandas, babuchas y cafeteras.
Girando a la derecha continuaremos por el segundo pasillo hasta encontrar la puerta que nos dará paso al exterior sobre una gran terraza teniendo a la derecha la mezquita Nueva y al frente el Cuerno de Oro y el puente de Gálata. Caminando un poco hacia la izquierda podremos encontrar algo más adelante unas escaleras de acceso al túnel por el que cruzaremos bajo la carretera para emprender la caminata. Ni se os ocurra intentar el paso por la superficie. A la salida del túnel peatonal estaremos frente al Puente de Gálata (Galata köprüsü, pronunciado Gálata Keprí-C). Es un viaducto inaugurado en 1994 de doble plataforma que cruza el estuario por la parte más angosta comunicando los barrios de Eminönü y Karaköy.
La plataforma superior tiene amplias veredas peatonales a cada lado junto a las vías vehiculares donde se agolpan cientos de pescadores caña en mano a lo largo del puente. Sin embargo resulta más atractivo ir por la plataforma inferior que cuenta con una multitud de restaurantes y cafés, todos con vistas maravillosas al Cuerno de Oro y el Bósforo.
El puente se apoya en dos pilastras centrales sobre cuyos cabezales la vereda de la plataforma inferior se conecta con sendos miradores. La mejor vista del Bósforo la encontraréis sobre la segunda pilastra, la más oriental, que os ofrecerá una panorámica del Cuerno de Oro, del Bósforo y de la espléndida ciudad con sus principales monumentos y todo el ajetreo marítimo.
Recordad que el Cuerno de Oro es un estuario que desemboca en el Bósforo que lo tendréis al frente. A vuestra derecha veréis un espolón de tierra que gira hacia el sur sobre lo que ya será el Mar de Mármara. Ese terreno elevado es la parte más alta de la vieja Bizancio, su acrópolis, el sector donde fue fundada por los megarenses en 667 a.C, donde hoy está Topkapı, que visitaremos más adelante.
Bajo vuestros pies está el sector más angosto del Cuerno de Oro. Justo en esta parte, algo más adelantada del trazado del puente, estaba la cadena de hierro que en época bizantina protegía el puerto de forma segura. Por esta razón la muralla marítima, es decir, toda la defensa que daba al Cuerno de Oro y al Mar de Mármara, era mucho más débil, 178 torres unidas por una muralla simple. Pero atacarla habría requerido un ataque anfibio muy difícil de acometer donde la cadena jugaba un rol principal haciendo imposible a los barcos de la época el ingreso al puerto. Acercarse a las murallas era prácticamente imposible. Cuando la flota turca de Mehmet hizo su arribo el 9 de abril de 1453 para intentar un ataque marítimo no le fue posible flanquear esa formidable defensa del puerto. Ciento 40 navíos incluyendo 14 grandes galeras de guerra con espolones de bronce para embestir a los barcos enemigos y proceder al asalto, 80 fustas, varias barcazas de abastecimiento y una serie de bergantines, pequeños y ágiles para el reconocimiento. Semejante flota desplazándose por los Dardanelos no había pasado inadvertida y ya el 2 de abril el Emperador había dado la orden de levantar la cadena. La flota de Mehmet sólo podía bloquear el acceso de los barcos europeos de aprovisionamiento de la ciudad, misión que tampoco pudo cumplir a cabalidad por la muy superior capacidad de maniobra de los barcos cristianos ante la enorme flota de un pueblo que no tenía experiencia en la navegación. El 20 de abril de 1453 se produjo una batalla naval frente a la cadena con ocasión de la llegada de 4 galeras genovesas de aprovisionamiento para la ciudad. Pese a la superioridad numérica de las fuerzas otomanas, la campaña naval les fue desfavorable y los planes de impedir el aprovisionamiento se frustraron totalmente con el ingreso de los navíos europeos al Cuerno de Oro sin que los barcos del Sultán lograran su cometido.
Seguiremos nuestro paseo por el puente, imaginando la cadena bizantina mientras gozamos de las vistas y si os tienta comer aquí os recomiendo un poco más allá de la segunda pilastra el Neptün Balık (Balık, pronunciado balek, quiere decir pez y ya os imaginaréis la especialidad). Llegados al final del puente, sea que vayáis por la plataforma inferior, sea por la vereda superior entre los cientos de pescadores, o en vuestros vehículos, llegaréis al barrio portuario de Karaköy en la ribera norte del Cuerno de Oro, dando paso a la que fuera en época bizantina la ciudad Genovesa de Gálata, nombrada así por estar cercana a la provincia romana de Galacia en la península de Anatolia. En este sector se alzaba una torre que servía de faro y que operaba la cadena tensándola o aflojándola, permitiendo o impidiendo el ingreso al puerto mediante un mecanismo alojado en su interior. Destruida en 1204 durante la Cuarta Cruzada, la torre actual fue reconstruida por los genoveses en 1348 sobre la colina de Gálata y nuevamente en 1446. Es interesante de visitar por su notable estructura y la belleza de las vistas. Tiene además en sus anales el legendario vuelo mediante alas de tela que hizo en 1630 Hezarfen Ahmet Çelebi desde los tejados de la torre hasta el distrito de Üsküdar al otro lado del Bósforo. El hermano de Ahmet, Hasan, habría además ocupado un cohete cónico lleno de pólvora para realizar un breve vuelo.
A la salida del puente estaréis en la calle de la Columnata (Kemeraltı caddesı, pronunciado kemerál-T lladé-C). Describe un arco por sobre el novísimo Puerto de Gálata, a la derecha, donde se encontraba, en época de la ciudad genovesa, el puerto de la Columnata.
Mehmet había nuevamente fracasado el 18 de abril en un intento de ataque frente a la muralla terrestre y luego había sufrido un nuevo revés en la batalla naval del 20 de abril. Necesitaba desesperadamente un cambio en la estrategia para devolver la moral a sus tropas. El Sultán optó entonces por una riesgosa maniobra para ingresar al menos parte de su flota en el estuario. Si no podía romper la cadena, tendría que pasar sobre ella. Ello implicaba una sorprendente navegación seca por tierra firme. Entre el 21 y el 24 de abril unas 80 embarcaciones fueron tiradas por bueyes por un camino improvisado desde la Columnata subiendo la colina para bajar nuevamente en las aguas del estudario pasando el anclaje de la la cadena. Los barcos desplegaron sus velas aligerando el peso de los navíos al trabajo de los sirgadores y animales ante las desesperadas e incrédulas miradas de los defensores de la ciudad que vieron y no pudieron frustrar esta espeluznante amenaza. La flotilla sirviría fundamentalmente para establecer un puente de pontones a través del Cuerno de Oro lo que permitiría un asalto a las murallas marítimas que si bien no estaba destinado a tomar la ciudad, haría dividir las fuerzas defensoras en dos frentes.
Seguiremos nuestro camino por la orilla occidental del Bósforo hacia el segundo puente continuando por la Kemeraltı caddesı que encontramos a la salida del puente de Galata.
A 2,5 km de la salida del puente, frente al estadio del Beşiktaş existía una bahía que fue rellenada para establecer los jardines imperiales que por la forma como se construyeron se les llamó Dolma-bahçe (bahçe, jardín y dolma, relleno, jardín en un sitio de relleno). Durante el sultanato de Abdulmejid I se construyó el palacio que tomó el nombre del lugar, Dolmabahçe, de estilo neo barroco, inaugurado en 1853 y que ha sido declarado patrimonio de la humanidad por la Unesco. Podéis transportaros 400 años hacia adelante en este punto si os place porque vale la visita de sus bellos jardines y el fastuoso lujo interior, sus colecciones de cristales, lamparas y mobiliarios, sus 14 toneladas de oro con que se adornaron los techos y la célebre escalinata de cristal. Es de interés también que el palacio fue la residencia de los últimos años de Kemal Atatürk, fundador del Estado moderno de Turquía y su primer Presidente desde 1923 hasta su muerte ocurrida en 1938.
Recomiendo no dejar de visitar en los exteriores la puerta marítima. Un pórtico monumental que daba al embarcadero. Tendréis una espectacular panorámica del Bósforo casi a nivel de las aguas y si permanecéis algún tiempo podréis ver el tránsito de los barcos petroleros e incluso de los buques de guerra, lo que os dará una comprensión del significado del paso que conecta el Mar Negro con el Mediterráneo.
Volvamos atrás el tiempo y retomemos el camino por otros 9 kilómetros, iremos hacia el norte, hacia el año 1453. Nuestro destino está en Rumelihisarı un poco antes del segundo puente del Bósforo (Rumeli es el territorio de los romanos, Rumelia. Hisar es fortaleza o castillo; Rumeli Hisarı, fortaleza de Rumelia). Esta es la sección más angosta del Bósforo de apenas 660 metros de ancho. Justo al frente se había construido al final del siglo XIV la Anadoluhisarı, es decir, fortaleza de Anatolia. Lo que planificó Mehmet fue construir en la margen occidental una nueva fortaleza para cortar el paso de suministros provenientes desde el Mar Negro teniendo el control en ambas laderas del estrecho. La finalizó en 1452, en preparación para lo que sería su campaña contra Constantinopla, la gran empresa que lo había obsesionado desde que era niño. Como esta fortaleza estaba destinada a segar el paso del estrecho la llamó Boğazkesen, “la Degolladora”.
La fortaleza tiene unas vistas espectaculares al Bósforo y nos permite comprender la magnitud de la empresa que se había propuesto el joven Sultán. Los espacios interiores están en reparaciones y deberían reabrirse a la visita pública en 2025. Al presente se permiten las visitas de los jardines, que al menos posibilitan la comprensión del estratégico enclave, mirando desde las alturas de la breve colina. Hacia el norte tendrés la vista impresionante del segundo puente del Bósforo con una extensión total de 1510 metros entre losas de acceso y 1090 metros de vano central entre dos pilares cuyas torres elevadas a 105 metros sobre el nivel de la calzada tensan un tablero muy delgado. Es una obra de ingeniería de gran elegancia que une la margen europea con la orilla de Asia permitiendo el tránsito de buques de gran tonelaje gracias a su gálibo de 64 metros. Fue inaugurado en 1988 con el nombre de Fatih Sultan Mehmet. Fatih significa “Conquistador” por lo que ya podréis ir adelantándoos al desenlace del conflicto diplomático y bélico en desarrollo que estamos presenciando.
Regresaremos a la ciudad hasta la muralla teodosiana. Hay dos formas de hacerlo y ninguna es muy fácil. La más sencilla es volviendo sobre nuestros pasos. Rodear la península de Galacia, pasar frente a nuestro conocido puente de Gálata, girar a la derecha por la Tersane Caddesı hasta el puente de Atatürk para cruzar el Cuerno de Oro hasta la calle Macar Kardeşler (pronunciado Mallár kardeshlár, Macar es magiar, húngaro y kardeşler es el plural de kardeş, hermano), la calle de los Hermanos Húngaros por la que doblaréis a la derecha. Desde este punto a 2,2 kilómetros (la calle cambia de nombre a Fevzi Paşa), llegaréis a una callejuela, Viaz sokak (calle Del Predicador) por la que deberéis doblar a la derecha. Lo mejor es seguirla hasta el final, que vais a dar directo al muro, donde doblaréis a la izquierda para buscar estacionamiento. Desde este punto siguiendo hacia el noroccidente y girando a la derecha encontraréis la entrada que es libre.
Esta sección de la triple muralla, frente a la cual, a la altura de la autovía que tendréis al norte se encontraba un gran foso de protección, corresponde a la puerta de Edirne (Edirne kapı), porque de aquí partía el camino hacia la capital Osmalí, Edirne. El situación actual da cuenta del ruinoso estado de una defensa medieval que sufrió un ataque tremendo. Desde el inicio del asedio las baterías musulmanas hicieron estragos en el muro exterior. Los defensores hicieron esfuerzos por reponer los muros amontonando tierra, piedras y lápidas antiguas. Los atacantes por su parte hicieron lo posible por minar los muros lo que no pudieron lograr ya que las minas fueron descubiertas y los túneles incendiados para proteger las defensas. Las baterías otomanas tenían un arma poderosa. Una bombarda de 8,20 metros de largo. La pared del cañón tenía 20 centímetros de grosor y disparaba proyectiles de media tonelada de 75 centímetros de diámetro con un alcance de mil 500 metros. Había sido construida por un artillero fundidor húngaro desertor de Constantinopla que se presentó ante Mehmet ofreciéndole construir un cañón con la potencia necesaria para derruir los muros de la ciudad. La bombarda fue llevada hasta la línea de ataque desde Edirne por una yuntería de 15 pares de bueyes y un contingente de protección de 100 hombres de armas y emplazada a poco más de un kilómetro del muro. La sección de las defensas que recibió más daños es la que se encontraba en el valle del río Lycos (Lobo). El río ya no existe, desviadas sus aguas y aprovechadas mucho tiempo hace. Pero sí conocemos su curso histórico, que corresponde a lo que hoy es el boulevard de Adnan Menderes que podréis reconocer desde vuestra posición discurriendo transversalmente a la autovía O-1 en el gran nodo a 2 mil 600 metros hacia occidente, que baja hacia la ciudad.
El 25 de mayo Mehmet envió un emisario al Emperador instándolo a la rendición imponiendo un tributo anual de 100 mil Bezantes de Oro anuales o el abandono de la ciudad por todos sus habitantes con sus posesiones o de lo contrario sus tropas exterminarían a todos los hombres y las mujeres y los niños serían vendidos como esclavos.
Constantinopla no estaba en situación de pagar semejante suma y en ningún caso el abandono de la ciudad entraba en los planes del Emperador quien envió, al día siguiente, su respuesta al Sultán.
“Impón un tributo anual tan grande como quieras y luego acuerda un tratado de paz y retírate, ya que no sabes si conseguirás la victoria o una derrota. No está en mis manos ni en las de ningún ciudadano entregarte nuestra ciudad. Es nuestra decisión unánime morir por ella antes que perderla para salvar la vida. Constantino XI Paleólogo, en Cristo verdadero Emperador y Autócrata de los Romanos”
En este punto es bueno recordar que el mote de Bizantino es un término que se utilizó por primera vez con el supuesto propósito de evitar la confusión entre el Imperio Romano de Occidente y el Imperio Romano de Oriente. Se popularizó en el siglo XVIII por los historiadores y comentaristas franceses que preferían pensar que el eclipsado imperio de occidente se había mantenido en alguna suerte de suspenso hasta que se configuró el Sacro Imperio Romano Germano con la coronación de Carlo Magno. Con ello dejaban marginaban a Oriente considerándolo un imperio griego del cual Europa no formaba parte. La realidad sin embargo es un único Imperio Romano cuya parte occidental se perdió en el año 476 continuando todo el territorio al oriente de los ríos Neretva y Drina y al sur del Danubio bajo la capitalidad imperial de Constantinopla.
Desde nuestro sitio de observación estamos por presenciar la batalla final que se inició en la madrugada del 29 de mayo de 1453.
Mirando siempre hacia el norte, a vuestra derecha se encuentra el distrito de Blanquernas donde se ubicaba el palacio de Constantino. En esa sección dónde sólo había una línea de murallas Mehmet comenzó el ataque con sus tropas más débiles con el objeto de cansar a los defensores antes de atacar con sus mejores fuerzas. El ataque por este sector no produjo grandes resultados más que el buscado por el Sultán de cansar a los defensores. Tras dos arduas horas de batalla Mehmet retiró a sus tropas y envió a miles de hombres a la puerta de San Romano en la sección sur de la muralla, en la parte que giraba hacia el Mar de Mármara. Aunque los asaltantes pudieron destruir la puerta y un contingente de unos 300 hombres pudo entrar a la ciudad, el espacio de maniobra entre las murallas era tan reducido que no pudieron maniobrar y los defensores dieron cuenta de los atacantes con lo que se frustró esta segunda fase del asalto.
Los ataques anfibios que paralelamente se habían desarrollado contra la muralla marítima tampoco habían dado resultados, ya que las mejores tropas del Sultán se encontraban frente a la muralla terrestre.
Al despuntar el alba, hacia las 6 de la mañana, Mehmet comenzaba a sentir el sabor de la derrota.
En el bando imperial en tanto, al cansancio por la batalla se sumaba el desánimo por la inhabilitación del mejor hombre de la defensa italiana, el caudillo Giovanni Giustiniani había sido herido y el Emperador, a regañadientes, lo licenció por no estar en condiciones para combatir.
Mehmet entonces envió al grueso de sus mejores tropas al ataque sobre el valle del río Lycos donde se habían producido los mayores daños a la muralla en los días precedentes. Los ataques sin embargo no lograron batir las defensas. El Sultán veía desbaratarse sus sueños.
El gigantesco ejército de Mehmet, con 100 mil hombres, 40 mil de caballería y 60 mil de infantería y otros 100 mil auxiliares no lograba superar la majestuosa mole defensiva de las murallas teodosianas que podían ser defendidas con el reducido contingente que sostenía la ciudad, según el recuento del canciller imperial (“Mega-Logothetis”), Jorge Frantzés: 4.773 griegos de infantería, 200 arqueros que habían venido de occidente, 700 soldados al mando del noble genovés Giovanni Giustiniani Longo, 500 soldados venidos de distintas localidades imperiales y 1.200 hombres de las fuerzas venecianas.
Pero en esos instantes a nuestra derecha, junto al palacio de Blanquernas, comenzaban a desencadenarse los acontecimientos fortuitos que impensadamente retuercen los hilos de la historia y producen los resultados más imprevistos.
Los defensores italianos habían estado utilizando una portezuela oculta para realizar sus salidas fugaces a desbaratar las líneas enemigas. En una de esas idas y venidas, los turcos pudieron localizar la puerta y lograron ingresar a la ciudad por decenas tomando el control de esa sección de la muralla y comenzaron a colocar banderas otomanas sobre los bastiones. La situación produjo un descontrol total de los defensores que fue aprovechado por el Sultán para enviar un nuevo ataque frontal que logró echar abajo la empalizada. En pocos minutos miles de atacantes entraron por las brechas lo que provocó el repliegue de los defensores que fueron reducidos por la enorme superioridad numérica de los atacantes. Dícese que Constantino, desprendiéndose de sus insignias imperiales, entró en este momento en combate pereciendo en la batalla. Su cuerpo, desprovisto de las enseñas, no pudo ser encontrado entre los miles de cadáveres que tapizaban los terrenos de la ciudad.
Mehmet había logrado lo que parecía imposible, conquistar la ciudad más poderosa y legendaria de la tierra. La puerta de Edirne fue derribada y el Sultán ingresó en su cabalgadura mientras los ejércitos vitoreaban su nombre con el apelativo de “Fatih” (Conquistador). Constantinopla era suya, un sueño hecho realidad. Ante la pavorosa imagen de los cuerpos inertes de atacantes y defensores, con silencioso respeto y admiración por la valentía de los constantinopolitanos, se dirigió al corazón de la ciudad. Entró en Santa Sofía, hincó su rodilla en tierra y dio gracias a Dios por la victoria. Al ponerse de pie y volverse hacia el Auguteum ante sus hombres inclinados con la mirada en tierra, el Sultán Mehmet ahora era ya el Emperador del Mundo.
Ante su mirada tenía el ruinoso espectáculo del antiguo centro administrativo de la ciudad que desde la época de las destrucciones de la IV cruzada habían quedado en desuso. Mehmet había ofrecido a sus hombres, muy a su pesar, y para incentivarlos antes del ataque final, tres días de saqueo. No podía incumplir su palabra. Advirtiendo que Santa Sofía sería respetada y protegida licenció a sus ejércitos que se dieron al festín. Mientras tanto Mehmet el Emperador planificaba desde ya cómo daría nuevo lustre a su capital conquistada, el centro del mundo, con la basílica a sus espaldas desde la cual emanaban el poder y la unción de Dios.
Iremos hasta el lugar desde el cual Mehmet observa para comprender lo que nos oculta la ciudad moderna. A la salida de Santa Sofía que visitamos en el relato anterior, nos encontraremos con una explanada de adoquines. Dominará nuestra vista la mezquita de Ahmet, llamada Azul. Y entre medio el parque Sultán Ahmet. Toda esta parte frontal de Santa Sofía estaba ocupada por un patio porticado llamado el Augutaion (pronunciado Avgustéon y quiere decir del Augusto, del Emperador). Aunque había sido primero un patio público y comercial, en tiempos de Constantino XI era un recinto cerrado y como toda el área, semi abandonada desde las destrucciones de la toma de la ciudad durante la IV Cruzada y el breve reino latino que se constituyó entonces.
Caminando hacia la izquierda por la calle que está frente al prado, llamada Ayiasofya Meydanı (meydan es plaza, meydanı, pronciado meidane “plaza de”, Plaza de Santa Sofía). Llegaremos a la esquina donde está la calle de Kabasakal (eso significa algo así como calle del Barbudo). Imaginad que justo frente a vosotros, en medio de la calle está una colosal puerta de bronce, la Jalké (jalkos en griego propiamente es cobre, pero se usaba para referirse al bronce y se sigue usando igual en nuestros días). Así que cruzaremos la calle para entrar a los recintos palaciegos de Constantinopla a través de esa puerta imaginaria. Giramos a la izquierda y 30 metros más allá, frente a la tumba de Mehmet III está la entrada a las ruinas de lo que fuera el palacio de la Magnaura (del griego μαγναυρα, pronunciado magnávra, Gran Salón). Fue el palacio del Senado y el salón donde recibía el Emperador a las delegaciones extranjeras. Hubo diferentes edificaciones posteriores en este lugar que acabaron derruidas o incendiadas y durante las excavaciones de los años 30 se descubrieron las ruinas del antiguo palacio senatorial.
Volveremos sobre nuestros pasos y al llegar a nuestra imaginaria puerta de bronce, la Jalké, debemos seguir imaginando que toda la explanada hacia donde vemos la mezquita de Ahmet estaba ocupada por los palacios imperiales, incluyendo los cuarteles de la guardia de palacio. Siguiendo nuestro camino de regreso a nuestro punto de partida, giraremos a la izquierda al llegar al parque. Tendremos a la izquierda el edificio de los baños de Hurrem. Fue construido en 1556 por disposición del Sultán Suleimán el Magnífico en honor a su esposa. Suleimán descolló como un gran conquistador expandiendo los territorios de su imperio, incorporó Serbia, Rodas y partes de Hungría, además de territorios orientales incluyendo Bagdad y el norte de África. Rompiendo la tradición impuesta por Mehmet II que había prohibido los matrimonios para los sultanes del Imperio, se casó una esclava de su harén, Hürrem, de ascendencia rutena, polaca, que fue madre del próximo sultán Selim II y fue una de las mujeres más influyentes en la política otomana del siglo XVI.
A la derecha tendremos el parque del Sultán Ahmet con su fuente circular. Todo este sector, desde los baños de Hurrem hasta la fuente, en época constantinopolitana estaba ocupado por los baños públicos romanos, llamados “de Zeuxippos” (eso viene de Zeus, que ahí había en época de la Bizancio romana un templo a Iovis-Pater, Júpiter, y de Ippos, caballo, pues los baños estaban en el sector del hipódromo, posiblemente conectados al mismo).
Seguiremos nuestro camino hacia la mezquita azul que se encuentra en línea directa frente a nuestra vista con sus característicos 6 minaretes. Fue construida entre 1609 y 1617 por el arquitecto del Sultán Ahmet I, quien contrario a la tradición otomana también se casó con su favorita, la célebre y omnipoderosa Kösem. El proyecto de la mezquita causó gran escándalo entre los Ulemas ya que igualaba el número de almenares de la gran mezquita al-Haram de la Meca, lo que se consideraba un pecado de orgullo. Ahmet se mantuvo firme con su proyecto ante los Ulemas diciéndoles que ordenaría la construcción de un séptimo minarete en la Meca.
El interior de la mezquita de Ahmet resulta sorprendente. Es un espacio de gran claridad, lleno de luz y el trabajo del mosaiquismo es exquisito con sus diseños de tulipanes, frutas, flores y pinos cipreses. Arquitectónicamente resultó algo pesada ya que se sacrificó en algo la elegancia de la estructura por la seguridad del edificio con su enorme cúpula de 23 metros de diámetro y 45 de altura apoyada en otras tantas semicúpulas siguiendo el patrón de Santa Sofía.
Está ubicada parcialmente en lo que fue el palacio imperial de Daphne, la residencia oficial de los emperadores de Constantinopla hasta que los emperadores Paleólogo prefirieron establecer su sede administrativa en el palacio de Blanquernas luego de los destrozos sufridos en el corazón de la ciudad durante la IV Cruzada.
Al salir de la mezquita de Ahmet iremos hacia el sur poniente caminando en diagonal hasta la esquina donde se extiende hacia el nororiente la “Plaza Sultan Ahmet” (Sultanahmet meydanı). Se trata de una explanada de 290 metros de largo por 50 metros de ancho que corresponde a la pista del antiguo hipódromo de Constantinopla. Lo recorreremos hasta el final pasando por el célebre Obelisco de Teodosio. Corresponde al obelisco del faraón Tutmosis III, uno de los mayores monarcas del Egipto faraónico, que fue llevado desde Alejandría por Teodosio I para ser instalado en la espina del hipódromo. Fracturado durante el transporte, de sus 30 metros originales quedó reducido a los actuales 18 metros y medio, excluyendo la base que lo eleva hasta 7 metros más.
Continuaremos por la pista del hipódromo hasta el parque Sultanahmet donde está el mausoleo de Ahmet I que bien vale la visita para los admiradores del formidable reformador. Luego a la altura de la fuente circular cruzaremos la calle de Divan Yolu hasta el Mil-lion, en el centro de la Constantinopla clásica. Son los restos del Miliario, el punto de partida de todo viajero, de toda misión, de toda campaña y el punto donde habrían de retornas todas las empresas, todas las esperanzas y todos los sueños. Desde aquí se medían de las rutas que salían desde la ciudad en millas romanas. La milla romana se dividía en mil pasos y de ahí su nombre que significa un conjunto de mil.
Mehmet estaba de pie a la sombra del milenario edificio que medía toda la tierra conocida. Sentía ya sobre sus hombros el peso que la historia le impondría. Había conquistado la ciudad de ciudades, cumpliendo así el sueño de su niñez. Ahora comprendía que su destino lo había llamado a construir una historia nueva, una nueva dinastía imperial, un foco de poder propio en la ciudad que ocupaba el centro del mundo.
Ante sus ojos estaba Santa Sofía, la colosal insignia de las bendiciones que Dios derramaba sobre la dignidad imperial. A su derecha en dirección sur poniente a 550 pasos del centro de la basílica estaba el vetusto palacio de Daphne la otrora magnificente casa dorada donde residían los emperadores de Constantinopla. Proyectando esa línea en sentido contrario hacia el nororiente se encontraba la antigua acrópolis de la vieja Bizancio, allí donde todo había comenzado dos mil años atrás. Su mirada cayó en una terraza del terreno situada frente a la Puerta de San Romano, o Puerta de los Cañones de la muralla marítima. Puerta de los Cañones, en turco se dice Topkapı (kapı es puerta; Top, cañón). Midió la distancia para descubrir que la terraza distaba 550 pasos del centro de Santa Sofía. Ahí estaría su sede, ese sería su palacio y Topkapı sería su nombre.
Topkapı fue construido entre los años 1459 y 1465 con un diseño que propuso el propio Mehmet concebido como un conjunto de palacios y jardines rodeados por los antiguos muros bizantinos y la elevación de nuevos muros para establecer un espacio monumental sobre la inspiración que ofrecía el propio conjunto de palacios al occidente de Santa Sofía. Es comprensible que el gigantesco espacio de los antiguos palacios imperiales al occidente de la basílica se reduplicaría en otro imponente sector palacial pero con carácter otomano, al este de la basílica, dando así origen al “Sarayburnu” (burnu es nariz, o cabo. Saray es palacio). La zona queda exactamente en lo alto del cabo que gira desde el Cuerno de Oro hacia el Mar de Mármara al sur de la desembocadura del Bósforo y el término puede traducirse como Cabo Palaciego. Los nuevos muros se extendieron hasta las inmediaciones de Santa Sofía para integrar en el extenso parque del primer patio a la iglesia de Santa Irene (Irini en griego significa Paz).
Para realizar la visita de Topkapı lo más fácil es avanzar hacia el este, hacia el Bósforo por el costado sur de Santa Sofía donde toparéis con la Puerta Imperial por la que se accede al llamado primer patio que más bien es un parque que antecede las construcciones palaciegas. Aquí es aconsejable detenerse donde nadie lo hace y que es en la puerta propiamente tal, ya que para los hombres de hoy una puerta viene a ser algo así como un palo soportado por unos goznes que girando abre o cierra un agujero en la pared. Para las gentes antiguas, entendidas en recintos amurallados, en asaltos militares y en la defensa poliorcética, una puerta era un edificio que constituye más una trampa que un cierre. Impide que muchos hombres de armas crucen a la vez la zona de los muros, y establece un espacio reducido donde resulta posible dejarlos encerrados para poder inspeccionarlos o aniquilarlos si las circunstancias lo requieren. En una puerta deben esperarse trampillas para derramar aceite caliente y aspilleras laterales para disparar sobre los intrusos que no podrán avanzar al estar cerrado el segundo postigo. Como el espacio de maniobra es limitado cualquier intento de ataque resulta un verdadero suicidio.
Una vez que traspongáis vivos la puerta ya estaréis en un gigantesco parque público. En este primer patio lo trascendente es Santa Irene, aunque su lamentable estado de conservación la hace apta para ser visitada sólo por expertos porque el visitante ocasional poco y nada de información podrá sacar del interior, siendo los exteriores el mejor aspecto de la hermosa iglesia ortodoxa que no fue convertida en mezquita. Sirvió como almacén o polvorín y de ahí su ruinosa situación.
Al final hallaréis la Ortakapı (recordad que kapı es puerta, pronunciado Ka-P) la Puerta de la Acogida. No ofrece acceso al segundo patio donde se inicia propiamente el conjunto de palacios concebidos por Mehmet. Desde aquí en adelante se os presentará un conjunto enorme de edificios escultóricos, exposiciones de armería y joyería y salones imperiales. Es una visita para un día completo plenamente recomendable.
En el segundo patio resultan imperdibles la visita del Diván o sala del Consejo de Estado, las cocinas reales por su interesante arquitectura y las colecciones de armas especialmente para quienes gusten de la belleza de las armas antiguas. Las colecciones de porcelana y platería son de interés, pero son todas piezas europeas y salvo que dispongáis de mucho tiempo es mejor centrarse en apreciar lo auténticamente otomano.
En este segundo patio está el acceso al Harem, un imperdible. Cuando los sultanes mudaron su residencia a Topkapı, el Harem permaneció en el Antiguo Palacio (Eski Saray). Luego del gran incendio de 1540 que causó gran destrucción en las instalaciones del Antiguo Palacio, el Sultán Suleimán trasladó de forma definitiva su Harem a Topkapı. A no perderse las habitaciones de la Madre del Sultán (Valide Sultan), y las recámaras de Ahmet I y Murat III.
En el tercer patio al que da el acceso la Puerta de la Felicidad son de amplio interés la Biblioteca de Ahmet III, la colección de miniaturas, y la sala de las reliquias musulmanas. La sala del Tesoro es aquí el gran imperdible y su mayor joya es la famosa Daga Topkapı transformada en emblema del palacio. La fabricación la solicitó a principio del siglo XVIII el sucesor al trono persa de los safávidas, Nader Shah, a orfebres otomanos. La daga tachonada de seis esmeraldas colombianas de gigantesco tamaño e incalculable valor estuvo lista para 1747 justo al tiempo que Nader Shah fue asesinado por sus enemigos por lo que los embajadores otomanos que llevaban la pieza como una ofrenda de paz retornaron a Constantinopla con la pieza de joyería donde permanece hasta hoy.
En el cuarto patio es muy destacable un espectacular estanque de azulejos rodeado por una serie de pabellones de gran belleza por la delicadeza y elegancia de sus celosías. El quiosco de bronce brinda unas magníficas vistas del Cuerno de Oro y el barrio de Gálata con lo que podréis ir consolidando en un todo las visitas parciales que habéis hecho por la capital bizantina y otomana.
En este cuarto patio, sea cuando estéis por acabar vuestra visita, sea cuando queráis hacer vuestro descanso y venir por acá, al sur de la mezquita Sofa encontraréis una terraza más baja donde se ubica el restaurante. Para llegar deberéis dar la vuelta por detrás del pabellón médico, más al oriente. La comida es muy buena, plenamente recomendable hacer el almuerzo aquí, mejor más temprano que tarde para encontrar mesa, especialmente cuando hay grupos muy numerosos circulando.
Viniendo a este lugar no podréis dejar de ir hasta el final de la terraza, un espolón con plena vista a las desembocaduras del Cuerno de Oro y el Bósforo sobre el Mar de Mármara que fluye con su interminable tráfico marítimo hacia el Mediterráneo por los Dardanelos, constituyendo el curso de agua que separa Europa de Asia estableciendo esa frontera algo imaginaria y un poco artificial que divide Oriente y Occidente.
Contrario a lo que se piensa Estambul ni es un nombre turco ni lo impusieron los otomanos al tiempo de la conquista, los que siguieron refiriéndose a la ciudad de diversas formas incluido su nombre milenario, Constantinopolis. Europa siguió refiriéndose a la ciudad con su nombre milenario y sólo al declararse la República de Turquía el 29 de octubre de 1923 se oficializó el nombre de Istanbul. Atatürk a fin de imponer en Europa el nombre dispuso que cualquier carta que se dirigiera con el apelativo de Constantinopla no podía ser repartida en Istambul.
Pero en ese nombre, Estambul, Istanbul, está oculto el clásico nombre de la ciudad. Era de uso expandido ya en siglo XIV entre las clases bajas menos dadas a los perifraseos y complejos ditirambos. El nombre oficial de Constantinopla era demasiado largo y complicado de pronunciar y así como escuchamos hoy L.A. por Los Ángeles o Baires por Buenos Aires, en esa época se usaba STANPOLIS por ConSTANtinoPOLIS. Los otomanos de la época de Mehmet escribían con el alefato árabe que no tiene P y se usa su equivalente sonora B, por eso de los árabes escuchamos BeBsi-Cola, así que el mismo acrónimo lo escribían STANBOLIS que es el origen de Istanbul.
Hay muchas versiones acerca del origen del nombre y todas llegan en fin a derivar de una u otra forma el nombre de la palabra POLIS, BULIS. Cualquiera sea la que elijáis, estando ahí en la terraza, mirando como confluyen los mares y lo mismo que se reúnen, se apartan y se arrebolan, igual que se confunde y entrelaza la historia de tantas civilizaciones y surgen nuevas e impredecibles derivas, en el centro del mundo, ante dos mil 500 años de historia, quizás concluiréis que de entre todas las ciudades del mundo existe una y sólo una que tiene la vocación y la aptitud para ser nombrada “La Ciudad”.
Todas las fotografías presentadas en este texto son de autoría de Lord Horus salvo se indique lo contrario