Desvelar nuevos horizontes, calar nuestra trayectoria en el panorama que nos envuelve, bocetear curvas, subir cuestas, hacer un alto a la vera del camino, compartir con nuestros compañeros de ruta o admirar el paisaje momentáneamente detenido. Sensaciones todas ellas que buscan y encuentran los moteros en el rodar de sus cabalgaduras, cortando el aire, apretando el tiempo y cilindrando los caminos. Difícil de asimilar para algunos, quizás para muchos, pura locura, imprudencia o desvarío. Lo explica la consabida consigna del rubro: “Si nunca has tenido una moto, nunca podrás entenderlo”. El atractivo aventurero está en convertir el trayecto en la propia experiencia del viaje. El destino es una excusa el camino la conquista.
Ensimismado en estos pensamientos me enfrentaba a un fin de semana que prometía sol y pistas despejadas, pero andaban todos los halcones con enredos familiares y no había uno solo dispuesto a salir de rodada. Como no estaba dispuesto a dejar mi máquina en completo abandono durante unos días tan auspiciosos, opté por emprender el vuelo en solitario en rumbo sur. Es menester sin embargo advertir, nunca está uno absolutamente solo en este mundo del ruteo. En las paradas siempre puedes encontrarte con otros moteros y eso es conversación garantizada. Es parte de la cortesía y solidaridad caminera. Un legado que llevamos todos en la sangre y herencia de las más antiguas caravanas incorporado a nuestro acervo emocional como parte del equipo de sobrevivencia de la especie.
El primer punto de destino fue la localidad de Llifén a orillas de lago Ranco, en la comuna de Futrono. Hay allí un hotel de termas del mismo nombre, sencillo y poco aparatoso, acogedor, limpio y tranquilo. Buen centro de operaciones para las rutas del sector. Buena comida casera. Las termas con tres piscinas de distintas temperaturas están en un galpón cerrado con cómodas tumbonas y buena temperatura para descansar fuera del agua. Bueno para relajarse después de llegar con mucho kilometraje en el cuerpo.
Quienes prefieran rehuir el trajín y los afanes de la ruta 5 tendrán la alternativa de tomar el camino Villarrica – Licanray – Panguipulli y desde esta ciudad tomar la ruta T-39 hasta empalmar con el camino Los Lagos Futrono, T-55.
En mi caso opté por la ruta Pucón-Villarrica y desde aquí el clásico camino a Loncoche con sus entretenidas curvas y bellas vistas, hasta empalmar con la ruta 5. Desde aquí hasta el empalme en Los Lagos donde se accede a la T39 y T-55 Los Lagos-Futrono hay 85 km carretera, particularmente entretenida en el sector de Lanco. Las máquinas con buena motorización se transforman allí en una gozada trazando curvas extendidas teniendo muy buena visibilidad y sin descartar que las vistas al bajar de las cuestas son realmente magníficas. La ruta se encuentra en excelentes condiciones y no tratándose de fines de semana largos el tráfico vehicular es mínimo lo que hace posible maniobrar con seguridad.
El Ranco es un cuerpo de agua portentoso, con una extensión de 442 km2 es 2,5 veces mayor que el lago Villarrica. Administrativamente está rodeado por las comunas de Los Lagos donde se encuentra su acceso carretero norte y siguiendo hacia el oriente las comunas de Futrono, Lago Ranco al sur oriente y Río Bueno al sur.
El trayecto ofrece al rutero que se aventura por esa travesía unos paisajes bucólicos de gran belleza que trasuntan serenidad y paz. La naturaleza generosa y las labores agrícolas nos van ofreciendo una verdadera pinacoteca de temas pastoriles en una paleta de colores pastosos adobados por aromas varios, pasto verde, ganado y arboledas chirriantes, hojas húmedas, viento fresco, aire dulce, humo verde, leche fresca y pan amasado.
Hay numerosos miradores y lugares que ofrecen al paso queso, pan, huevos y tortillas, todo aquello para quienes gustan de combinar kilo metros y kilo calorías. La moto de serie lleva el encanto de su gran libertad y es que puedes detenerte por ahí en cualquier lugar a descansar, conversar o comer, hacerte fotos, discurrir por quebradas y bosques, aventurarte por senderos, esteros y ríos y en temporada, darte un chapuzón y seguir camino.
El trayecto que va de Llifén al sur hasta Lago Ranco y girando al poniente es para tomar la ruta 5 a la altura de Río Bueno es sorprendente por su belleza paisajística y será de especial interés para quienes gustan de trazar curvas en cuesta, con un camino poco transitado y una carpeta asfáltica que serpentea entre el verdor de la pradera, el ocre de los bosques y los resplandores del lago nos maravillan al paso que nos brindan la sensación de estar transcurriendo por una tela de Pedro Lira, Onofre Jarpa o Valenzuela Llanos.
Impacta todo el recorrido a través de las comunas de Futrono y Lago Ranco por la carretera espléndidamente mantenida, sin baches ni resaltes, socavones, desprendimientos o tajaduras.
Una ruta perfectamente nivelada con señalización precisa y oportuna y una demarcación de lujo. No vi un solo metro de carretera en todo el trayecto donde no estuviera precisamente trazado en amarillo el centro de la calzada y muy importante, los bordes externos de cada pista que especialmente por la noche son fundamentales para trazar bien las curvas e incluso anticipar la trayectoria del camino. Es notoria la gestión municipal en una región que se está esforzando por acaparar el interés turístico nacional e internacional lo que se aprecia en el enorme interés de visitar sus localidades y que ha redundado en un desarrollo importante de los servicios turísticos como restoranes, hospederías y actividades deportivas, proveyendo trabajo y mayor bienestar a la población. Un mérito para sus autoridades y un ejemplo para otros destinos que se han quedado durmiendo sobre laureles o coihues apellinados.
Aquí en el Ranco las condiciones para el turismo están dadas, las autoridades han puesto los medios, la naturaleza ha puesto el arte.
Todas las fotografías presentadas en este texto son de autoría de Lord Horus salvo se indique lo contrario